
ENHEBRANDO LA MEMORIA
Cosía sola la costurera, terminando el encargo antes de que amaneciera. Cosía y cosía, cosía la costurera botones a las camisas de los grandes señores de traje y chaqueta. Las cintas en la estantería mayor, en la de abajo las cremalleras, cosía y cosía, cosía la costurera. Con manos de plata enhebraba la aguja, con mano de oro bordaba adornos, con manos de plomo introducía la prenda en la máquina, que remataba la faena. Cosía y cosía, cosía la costurera. Al mediodía no comía, ponía lentejuelas. Por la tarde no merendaba, cosía a las telas esmeraldas, por la noche no dormía, dibuja patrones y luego en la tela los cortaba, con cuidado, sin prisas y en la repisa los dejaba.
A las seis de la mañana, la costurera hilvanaba la última falda. Llegaba el encargado y revisaba las prendas que había cosido la muchacha. De veinte duros le hacía entrega y un pedido de seiscientos pantalones cernidos a la pierna. Cosía y cosía, cosía la costurera, empezando el encargo poco después de que amaneciera.
((Para mi abuela
¡Estoy admirada!!
ResponderEliminarUna prosa poétíca muy bella.
Un beso a tu abuela por haber motivado tan bello texto.
mariarosa