Suenan campanas, los grillos cantar y el reloj las doce de la noche va a marcar. La lluvia cae como si no quisiera romper el aire ceniciento, intentando no molestar a las almas santas que dormitan en el cementerio. Las raíces de los árboles abrazan la tierra húmeda pidiendo sentir calor, en las calles se desprende del asfalto su ardor. Los faroles y candiles lloran sus lágrimas de cera y las viejas mantienen cerradas las portezuelas.
En el pórtico de la iglesia, donde los curas reparten panes, se concentran gentes sin apellidos, ni nombres que toman lo que les dan y duermen de la noche fría en su portal. Que es el sonido mismo del arpa el que hace la lluvia cuando sus ropas empapa, que sueñan y no podrían pedir otra cosa que un techo caliente, agua y una buena cama. Padre nuestro que estás en los cielos danos el pan nuestro de cada día y absorbe los pecados y deja ya de bañarte en el azul de los luceros. Que ya lo dijeron muchos autores, como Juan Ramón Jiménez, "madre mía, que te llamé y no estabas", ayúdame con tanto sufrimiento y no me des la espalda," madre mía, que te llamé y no estabas".
Suenan campanas, los grillos cantar y el reloj las doce de la noche va a marcar.
te agradezco tu comentario en poetas y que te hayas identificado tanto...un abrazo
ResponderEliminargracias
lidiaa-la ecriba perenne
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